martes, 4 de agosto de 2009

Solidaridad con el pueblo de Tartagal!.

Solidaridad con el pueblo de Tartagal02-11-09 El lunes a la mañana aconteció en este pueblo salteño una de las tragedias más temidas por cualquier ser humano, la mano y la desidia del hombre impulsada por un sistema económico egoísta, ambicioso, destructor y devorador. La tragedia de Tartagal no fue una catástrofe natural, la tala indiscriminada y el fin de las acequias realizadas equilibradamente durante décadas por los pueblos originarios son la causa principal de los desbordes de los ríos en la región norteña. Desde hace años provincias como Salta, Jujuy, Formosa y Chaco vienen sufriendo estas catástrofes.

Comunidades originarias y organizaciones campesinas habían rebautizado a Salta como “la capital nacional del desmonte”, que desde hace años advierten sobre las consecuencias del maltrato ambiental. En solo cuatro años, entre 2002 y 2006, el sector privado arrasó 414.934 hectáreas, más del doble registrado entre 1998 y 2002, según datos de la Secretaría de Ambiente de la Nación. En 2007 superó todas las expectativas: autorizó talar 435.399 hectáreas, según datos oficiales de la provincia. El Gobernador Urtubey aclaró que “en los últimos catorce meses no se ha autorizado talar árboles”. La ley de bosques prohíbe otorgar nuevos permisos.

El pasado 15 de Diciembre, la legislatura provincial, con mayoría oficial, aprobó el ordenamiento territorial previsto por la Ley de Bosques. Fue inmediatamente promulgada por el gobernador. Pero todas las organizaciones ambientales y comunidades originarias la rechazaron por inconsulta y por el agregado de artículos que permitirán el desmonte de al menos 1,6 millones de hectáreas.

Y es imposible hoy en día no asociar el desmonte con el monocultivo de soja, situación que aqueja a gran parte del país y la región, como Paraguay, Bolivia y hasta Brasil. Y los que más lo sufren, son siempre los mismos, los pequeños campesinos, las comunidades originarias, las poblaciones más carenciadas.

En datos concretos hasta ahora se contabilizan 10.000 afectados, 700 evacuados y 8 personas desaparecidas por la catástrofe. El gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, negó que la razón de la catástrofe haya sido el desmonte, la respuesta oficial al hecho fue que la gran cantidad de troncos habían sido arrancados por la tormenta, cuando los pobladores y algunos científicos que trabajan en la zona con certeza nos cuentan acerca de la tragedia que sigue sufriendo la Pachamama a mano del hombre y sus ambiciones. No cabe duda, la complicidad política y el provecho económico serán moneda corriente si la matriz económica y política no cambia en toda su esencia. La realidad de los pueblos del interior del país y por sobre todo de nuestro norte no es la misma que la de los principales centros urbanos, la discusión y la realidad es otra. Los movimientos sociales y las comunidades originarias organizadas están llevando adelante una tarea desafiante para algunos, ejemplar para otros. Los gobiernos y una buena parte de la población de esta región siguen sin reconocer, como durante los años de la colonia, a los pueblos originarios y sus derechos, sus tierras, su forma de vida originaria y su organización económica, desconocen, ignoran y muchas veces persiguen políticamente a movimientos de pequeños campesinos, y de campesinos sin tierras. Que casualidad, son justo ellos quienes buscan un desarrollo sustentable de la economía regional en armonía con el medio ambiente, son ellos quienes reclaman que no les roben mas sus tierras para desmontar y cultivar soja, son ellos quienes buscan desarrollar las fuerzas productivas en manos de cooperativas, emprendimientos, de forma colectiva, son ellos quienes ponen en riesgo las ganancias extraordinarias de los grandes pooles de siembra y por supuesto los bolsillos de los políticos que hacen lobby a estas suntuosas empresas.

Volviendo a Tartagal, la realidad es que se necesita ayuda, de nuestra colaboración, de nuestra solidaridad contra “cualquier injusticia cometida en cualquier parte del Mundo“. Pero sobre todo nuestra solidaridad y apoyo a las comunidades originarias y movimientos campesinos que vienen luchando desde hace años por sus derechos y por el cuidado de la tierra. Son ellos la voz de resistencia ante un mundo capitalista y destructivo. Hoy Tartagal intenta volver a la normalidad, sabiendo que posiblemente nada cambiará, que no recibirán respuesta alguna del gobierno provincia y con la certeza que la catástrofe no fue producto de la naturaleza, sino que es un desastre evitable, priorizar la acumulación de capital por encima de la vida humana ya no puede ser un práctica aceptada por mayoría de la sociedad.


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